Aproximación y regreso
Hasta Dílar, en coches particulares o en autobús de línea.
Itinerario
El comienzo de la marcha solía ser casi siempre el pueblo de Dílar (en contadas ocasiones se partía desde el Padul), desde donde esta excursión podía adoptar diversas variantes pues, tras la subida a la Silleta (generalmente por Barranco Hondo o por Ermita Vieja), se podía bien regresar a Dílar por otro recorrido distinto al de subida (por ejemplo, volviendo otra vez por Ermita Vieja y vereda de la Cerca) (ver crónica del diario Patria del 22/01/76), o bien se bajaba hasta el Padul por la vereda de Piedra Ventana y las canteras (ver crónica del diario Ideal, sin fecha), o por el cerro de la Atalaya, o bien hasta la barriada de Marchena por cualquier otra vereda de la zona (por el Alto de las Vacas o por el cerro de Loma Alta), o incluso hasta Dúrcal por el barranco de los Lobos y río Dúrcal. La primera opción se solía tomar cuando se iba hasta el punto de inicio en los coches particulares, que se dejaban en la explanada que existe junto a la ermita de la Virgen de las Nieves, adonde se regresaba, mientras que cualquiera de los otros itinerarios se hacían cuando hasta el punto de inicio de la excursión se iba en el autobús de línea.
Tiempo
- Dílar-Silleta-Ermita Vieja-Dílar: 3 h.
- Dílar-Silleta-Padul, por Piedra Ventana: 2 h. 30’
- Dílar-Silleta-Padul, por la Cruz de la Atalaya: 2 h. 30’
- Dílar-Silleta-Marchena, por la Loma de las Vacas: 2 horas
- Dílar-Silleta-Ermita Vieja-Marchena, por Loma Alta: 3 h.
- Dílar-Silleta-Dúrcal: 3 h.
Comentarios
Crónica del diario Patria publicada el día 22 de enero de 1976:
“Marcha de los Amigos del Purche a la Silleta del Padul.
El pasado domingo, y con una nutrida participación de miembros del Grupo Montañero de los Amigos del Purche, de la Sociedad Sierra Nevada, efectuaron una marcha de baja montaña a la Silleta del Padul, lugar de incomparable belleza por la panorámica que ofrece desde su cenit.
La marcha comenzó prácticamente desde la Ermita existente en pleno descampado a la salida del pueblo de Dílar y desde ahí y por el camino normal se llegó al lugar previsto, después de caminar en los finales del trayecto con alguna dificultad por la nieve completamente helada que aún queda por estos parajes y que se conserva por las bajas temperaturas imperantes y más en esas alturas.
El regreso se hizo por el mismo camino, aunque la bajada se hizo por la parte de la solana”.
(El recorte de prensa anterior va unido a la crónica escrita por el Secretario de la peña, con idéntica redacción, donde figura la siguiente anotación:
Participantes, José Ríos Jiménez, Juan Ríos Jiménez, Miguel Martínez Martínez, Manuel Ruiz de Toro, Manuel Ruiz Fajardo, Rodolfo Fernández García, Valentín Mudarra López, José González Ruiz, Antonio Sánchez Fajardo, Antonio Molina Villa, Miguel Muñoz Mavit)
Crónica del diario Ideal, sin fecha (debe ser a comienzos de año, pues junto a ésta se encuentra también la narración de la subida al Trevenque, que siempre se hacía el primer domingo siguiente al día de Navidad):
“..... Para la segunda marcha se partió de Dílar, subiendo hasta la Ermita de la Virgen de las Nieves, entrando por el barranco que discurre entre los collados de las Calaveras y de la Mala Mujer, para dar vista a la Silleta; se siguió por la vereda que sube a media ladera hasta coronar la cumbre. La bajada fue la “Roca Ventana”, siguiendo la vereda que discurre entre un bosque de pinos se dio vista a las Canteras, terminando la marcha en el Padul. Cabe destacar la gran participación de montañeros”.
Crónica de Miguel del día 10 de enero de 1992:
“Tiempo bueno.
Salida a las 9½ en el coche de línea de Dílar. Salida de Ermita Nueva a las 10 y cuarto. En coche de línea, tres; Pedro fue en su coche hasta la Ermita pues no se enteró el viernes que se dijo que la Alsina salía de los Escolapios. Ese grupo estaba formado por Pedro, Valladares, Hervás y Miguel Martínez. A la entrada del barranco nos encontramos con unos cazadores que nos dijeron que había cacería de jabalí y que era peligroso pasar, invitándonos a que no pasáramos, lo cual hicimos teniendo que cambiar la excursión para la Ermita Vieja, no llegando pues el tiempo se nos echaba encima, nos quedamos a medio kilómetro, regresando a Ermita Nueva donde nos lavamos y en el coche de Pedro nos marchamos a los Vergeles, donde nos tomamos unas cervezas. Serrano estuvo en la Silleta, para regresar a Ermita Nueva, donde tenía el coche pues trabajaba; la subida la hizo por Ermita Vieja. Palacios y Sanjuan subieron en bicicleta por el camino forestal, saliendo al Padul por el Agüaero”.
A veces le salía a Miguel la vena poética, como en esta crónica del 9 de enero de 1994:
“Marcha a Dílar-Ermita Nueva.
Salida para Ermita Vieja, otro grupo para la Silleta del Padul. El grupo de Ermita Vieja pasó por la Silleta con el siguiente recorrido: Dílar, Ermita Nueva, Ermita Vieja (hoy reconstruida), Silleta del Padul, donde los dos grupos nos juntamos; desde la Silleta estuvimos contemplando unos paisajes de Sierra Nevada estupendos pues días antes había caído una nevada fabulosa y Sierra Nevada se vistió de novia; y cómo olvidar las vistas del Valle de Lecrín o de Padul, con sus frondosos pinares por donde discurre la vereda que teníamos que recorrer; en esta marcha participó la mujer de Fernando (espacio en blanco) portándose estupendamente. Este grupo estaba formado por Fernando, su mujer, Ríos, Miguel, Valladares y M. Serrano y el grupo que fue a Ermita Vieja por Palacios, Compadre, Pedro, Osorio, Hervás, terminando la marcha en el Padul a las 11½, donde nos tomamos unas copas, para coger el coche de línea a la 1”.
Para saber
Don Pablo Díaz Jiménez, primer marqués de Dílar, nació en Granada en 1830 y murió en 1914. Abogado y político, fruto de su actividad política y de su relación con el rey Alfonso XII es nombrado en 1886 Marqués de Dílar. Alcalde de Granada, fue también un activo empresario agrícola, dueño de grandes extensiones de terreno en el término municipal de Dílar (todavía un mojón que existe cerca de donde pasa la vereda que une Ermita Vieja con el collado de la Mala Mujer nos informa que estamos en terrenos del Coto del Marqués), además de propietario de la fábrica de azúcar de la Bomba.
En una antigua casería de su propiedad a la salida del pueblo, la Casería de San Pedro, en el camino de Ermita Nueva, mandó construir a finales del siglo XIX un castillo imitando las antiguas residencias de los reyes nazaríes, en cuya entrada hay colocada en la pared una curiosa lápida que nos informa que el marqués conquistó ese castillo a los moros en 1491, tres siglos y pico antes de haber nacido ¡un caso de precocidad único en el mundo!.
Aparte de su fantasía, el primer marqués de Dílar tenía no obstante arraigados los preceptos de la caridad cristiana, unidos a unos primeros elementos de justicia social que por entonces calaban en algunos empresarios. Las crisis de subsistencias que fruto de las malas cosechas habidas entre los años 1881 y 1885, además de otra serie de crisis agrarias producidas en los años 1890 a 1905, produjeron en gran parte de la población española los rigores del hambre. Para tratar de paliar los efectos que la falta de subsistencias y el paro producían entre los habitantes de Dílar, cuya población dependía básicamente de la actividad agraria, mandó el marqués construir una cerca de piedra que limitase parte de los terrenos de su propiedad para de esta forma dar trabajo a los parados del pueblo, cerca que todavía subsiste en parte y que podemos ver pues junto a ella discurre la que es conocida entre los senderistas con el nombre de “vereda de la cerca”.
De su primer matrimonio –se casó dos veces- con María Rogés y Atienza, hija de los dueños de la fábrica textil de Dílar, nació su único hijo Rafael Díaz Rogés, segundo y último marqués de Dílar, pues aunque también se casó dos veces no tuvo descendencia en ninguno de sus matrimonios. Al igual que su padre, también se dedicó a la política –fue presidente de la Diputación de Granada-, a la vez que administraba sus propiedades agrícolas, muriendo en 1931. Sus propiedades pasaron a Dª Luisa Mendoza García, sobrina de su segunda mujer, siendo sus hijas las actuales propietarias y moradoras del caserío-castillo de San Pedro. NOTA 15